martes, 5 de julio de 2011

Noches sin Marga.
















Aquí tenéis la hermosa canción de este escrito. Escuchadla mientras leéis. Y luego guardaosla en vuestros corazones, porque es una obra maestro de un gran poeta de dos siglos: http://www.youtube.com/watch?v=zjDaRp_dMrE







En honor al genio Antonio Vega. Porque las frases mágicas y complejas, a veces pueden ser las más bonitas.







Noches sin Marga. Mil días de imaginación escondidos en las sombras. Soy, quien sé quién soy, pero no soy el mismo de aquellos que dicen saber quién era. Hace tiempo que cambie o mejor dicho, hace tiempo que la vida me escondió entre la noche cuando yo intenté seguir siendo quien fui. Aquella noche, recuerdo el sabor amargo de mi boca y el olor húmedo de la lluvia que caía en la ventana de aquella habitación de hospital. Recuerdo en mis pesadillas la tenue luz que envolvía su rostro en los últimos suspiros de su boca. De las miradas alargadas en el tiempo, miradas de minutos convertidas por el miedo y la nostalgia en segundos. Su mano junto a la mía, la costura de su camisón rozando mi antebrazo y el olor de su pelo invitándome a rechazar las razones espirituales que me convencieran de que iría a un lugar mejor; porque no hay lugar mejor que aquel donde están los motivos vivos que dan realmente sentido a nuestra vida. Ella tenía que partir aunque mi mano sujetara sus dedos, intentando devolverle algo de esas fuerzas que me prestó, dándome su todo por el nada.







No puedo recordar cuanto tiempo estuvo ahí. Cuanto tiempo estuvieron sus ojos clavados en los mechones de mi frente, cuánto estuvo respirando su cuerpo caliente, antes de abandonarme sin querer para siempre. Aquel momento en que mi corazón ralentizó sus latidos; separándome de la parte del mundo que ya no era para mí. La parte de colores cálidos, donde siempre destacaba el matiz del color de su pelo. Desde ese suspiro soy hombre de la noche, prisionero de las pesadillas y amigo de la soledad. Esclavo del ocaso, donde la noche y el día se prestan uno a otro oscuridad y luz, verdad y mentiras.






Ahora cuando escribo estas palabras aprovechando las últimas fuerzas de mi cuerpo. Cuando la noche cae sobre mis párpados por última vez, yo confieso ante la vida que no he vuelto a vivir con razones que me convencieran para esperar sentir la calidez del sol al salir. Porque yo lo perdí todo cuando se marcho. Perdí los recuerdos felices que me ofrecía el pasado, para aceptar que un día fui feliz. Me escondí de la luz, porque cuando el sol se ponía, la imagen de Marga en mi mente me decía que faltaban algunas noches para venir a buscarme, como me prometió que lo haría. Y yo me ilusione cada noche, imaginando con su silueta de seda y hierro en la habitación de hospital mientras me decía: cariño, es la hora de volver a vivir.







No quiero recordar nada de las noches que me envolvieron. Yo sabía quién era porque podía recordar nuestras risas resonando dentro de nuestros corazones. La única forma de volver a vivir es volviendo a encontrar alos motivos que daban sentido a mi vida. Siempre quise esperarla para volver a recordar quién fui. Ser aquel ,sabiendo que aquellos que todavía me recordaban como quién fui, fueran ser capaces de ser, quienes yo quería que fuesen para que comprendieran mis razones incomprendidas. Ahora mientras suelto la pluma de entre mis dedos... preparó mi mano en la cama, esperando sentir de nuevo el roce de su camisón en mi antebrazo, para seguir queriendo que mi mano fuera, la mano que talló su pecho blando de material tan duro.









escritor.dormido