lunes, 29 de marzo de 2010

Cosas bonitas con mucha suerte.


Aquí teneís el link de esta canción tan alegre y especial. Muchas gracias. Ponedla con el texto y cuando suene la letra , comenzad a leer. http://www.youtube.com/watch?v=LdVIVg8yvGw

Chim chímeni, chim chimeni, chim chim cheri no sé lo que significa, pero hoy soy feliz. Yo tengo suerte, me siento el mejor, por tener a mi lado, un dulce bombón. No te vayas, ya debes saber... Que eres preciosa y tan especial, que soñar contigo... es soñar de verdad:


Cosas bonitas yo quiero soñar,
Como vivir a tu lado, sin poder respirar.
Soñar con oler tu cuello, hasta ponerse el sol,
Cogerte de la mano y decirle adiós.

Tú ven conmigo, ven a pasear
Por lugares y caminos
A los que nadie puede llegar.

Déjate guiar, por este lunático anormal,
que al cerrar tú los ojos,
no te deja de cuidar
Simplemente esperando
a que quieras soñar.

No tengo dinero,
si tengo tu amor
Y eso me basta
para querer ser yo.

Sueño contigo, sueño con crear,
Junto a tu lado un mundo especial.

Lleno de vida
de luz, de color,
de recuerdos bonitos
y de mucha ilusión.

Tú no te muevas, solo has de esperar
dejar que te ame y volar sobre el mar.
Cierras los ojos, intenta sentir
que vuelvo esta noche,
a estar junto a tí.


escritor.dormido

sábado, 27 de marzo de 2010

De un príncipe enamorado a una príncesa escondida...



Aquí está el link con la canción correspondiente. Leed el texto con ella. Muchas gracias. http://www.youtube.com/watch?v=sZjr0heZNIw

Se miraron la una a la otra. Se deslizaban a la misma vez, compartiendo el mismo compás y el mismo vaivén. Rozaban la misma piel, acariciaban los mismos poros. Eran gemelas. Podían ver cada una en la otra a los colores que reflejaban el mundo exterior que solo llegaron a ver a través de los ojos de Miriam, pero solo ellas podían saber el dolor de su tragedia. No es perfecta y lo sabía... era hora de llorar... acompañada solo del espejo de su habitación. No entendía porque se sentía así. Cada mañana salía de su casa, mirando al mismo edificio y saludando a las nubes grises que le acompañaban... ella no era bella y no atraía al sol... porque no podía gustarle. Estaba acostumbrada a esta situación... simplemente no era bella.

Una, dos, y tres calles torció hasta enfilar el camino hacia el instituto en el que estudiaba. Como si se tratara del precipicio de un acantilado, sus pies empezaron a temblar, escondió su cara en el pulóver, huyendo así de las terribles miradas que creía merecer porque... simplemente no era bella.
Y comenzó la entrada al infierno. Subió los escalones traspasando el portal de madera que separaba el borde del acantilado con la cueva en la que se iba a adentrar. Los pasillos del instituto se convirtieron en galerías de tiro donde ella era la diana, donde era el blanco principal y donde las nubes grises no dejaban de oscurecerla allí donde pasara porque...simplemente no era bella.
A cada paso sentía como aumentaban sus ganas de esfumarse como partículas de aire y poder danzar por lugares oscuros donde jamás se le vería la cara.... simplemente no era bella.

Entró a la clase, se sentó en su lúgubre silla, con su triste decorado. Sintió como la mesa era un desierto inmenso donde podía estirarse y esconder sus ojos entre los brazos, simulando que entraba en un largo sueño del que no iba a despertar. Las palabras del profesor resonaban en sus oídos y las explicaciones sobre la biología humana encajaban a la perfección con sus células... las mismas que no le hicieron bella. Hubiera deseado tener un cabello ideal, unos ojos bonitos, o una sonrisa perfecta; pero sus genes habían apostados por aquellos ojos azabaches, ese pelo enmarañado yuna boca pequeña.

El timbre del recreo estremeció sus piernas, pues tenía que volver a encontrar otro lugar donde esconderse y soñar con ser una muchacha vistosa. De aquellas que son piropeadas, de las que se pintan las uñas color rosa y pueden sonreír a cualquier chico sin temor a no ser correspondidas. Pero ella no era así. Estaba destinada a ser la princesa fea del baile, a vivir pasando desapercibida. No le importaba nada más. Nada más que vivir desaparecida, sin dejar su brillo interior, aquel que su madre sacaba a relucir cuando intentaba cepillarle el pelo por las noches.
Pero la vida siempre deja sorpresas inigualables. Siempre deja abierta una puerta para cambiar o que nos cambien, para brindarnos una pequeña luz al final del túnel. Y su vida cambió con aquella nota.

Pasaron meses monótonos, de los que no recuerdas cuando echas la mirada atrás. Meses inertes al cambio, inertes al clima, solo lleno de escondrijos y libros donde refugiarse para acortar vergüenzas innecesarias en público, porque... simplemente no era bella.
Aquel día, al volver al mundo que la rodeaba tras salir del pequeño sueño vivido, con aquel libro escrito por Herman Melville y que se titulaba Moby Dick. Miriam se encontró con un papel doblado bajo su pupitre, acompañado de una pequeña flor rosa. La nota decía así.

De un príncipe enamorado a una princesa escondida:
Simplemente eres bella. Estoy enganchado a ti como una abeja a una flor en primavera. Eres como una foto inolvidable, no paró de buscarte en el álbum cada día para deleitarme con tu belleza. Dime solo por qué... porque te escondes. Por qué el color de tus ojos azabaches no juegan brillando con el sol y por qué tu pelo marrón como las montañas de las sierras no ondea al viento como una bandera unida al mástil y movida por el viento en una gracia natural; La misma que tu posees. Llevo buscándote con la mirada desde hace tiempo, pero no soy capaz de que me mires tan solo un momento para decirte quién soy y por qué te persigo. Conozco tus escondrijos. He estudiado cada lugar en el que te alejas de la realidad. Simplemente para leer yo también cerca de ti, simplemente para encarar una mirada contigo y decirte que me gustas... por favor... una vez, solo una vez levanta tu mirada de ángel. No tengas miedo. Mírame, hazlo a mis ojos. Dame una oportunidad para encarar nuestras miradas y lanzarte una flecha de Amor con mi arco de príncipe enamorado, en busca de su princesa.

No pudo esperar. Vio pasar los minutos muy lentos, mientras comprendía que la vida le había dado una señal, de que ella podía estar hecha para alguien. De que si un príncipe azul se había fijado en aquellos ojos azabaches, un hechizo mágico le había tocado, convenciéndola como aquellos libros maravillosos de que ella tenía una aventura por vivir. Espero la señal... para hacer aquello que debería haber hecho hace tiempo. Mostrarse como es:

Salió apresurada, con la maleta colgada en el hombro y la coleta atada a la muñeca, no había tiempo que perder quería hacerlo brillar con el sol que esperaba fuera. Y así, con la camisa de tirantes descubriendo sus finos hombros y el pelo marrón ondeando con la brisa de aquel día de primavera, volvió a casa sonriendo, convencida de que las calles tenían más color. De que las aceras mojadas por los aspersores de las casas vecinas eran la alfombra de su castillo, un castillo sin límites, que le mostraban tal como sería a partir de ahora: Una princesa sin escondrijo, enamorada y esperando la venida de su príncipe azul.

escritor.dormido

viernes, 26 de marzo de 2010

De Alejandro para José María


Aqui teneís la canción, miles de gracias. Ponedla con el texto: http://www.youtube.com/watch?v=nS6N6zq7DkU

Eran las siete y media de la mañana. Alejandro y José María se miraban con cara de dormidos. Su madre les había preparado tostadas y Cola Cao. El cansancio del fin de semana hacía mellas entre los dos niños, pero el colegio no espera a nadie; así que esa mañana, no se librarían de las legañas y las aburridas explicaciones del profesor. Ambos habían pasado un fenomenal día de playa con sus padres, nadando, corriendo y saltando por toda la orilla.
Alejandro, tenía nueve años. Se consideraba así mismo un señorito. Tenía un carácter algo irascible, impulsivo pero con un gran corazón y una picaresca personalidad. José María en cambio, tenia 6 añitos. Era el ojito pequeño de su mamá. Tímido, asustadizo. Se podría decir que era el tipo de niño débil pero bueno y sincero. José María, había empezado ese curso en el colegio de su hermano mayor, realizando primero de primaria. Sus inicios fueron titubeantes. Sufría mucho ante la cantidad de niños que acudían al colegio, así que Alejandro lo acompañó los primeros días a su clase, rodeándolo y protegiéndolo con un brazo sobre el hombro. Pasaron los primeros meses y José María ya había empezado a hacer amigos.
Aquella mañana de Noviembre, el frío hacía mella, así que los niños fueron bien abrigados a la parada del autobús escolar. Se subieron al mismo y marcharon prestos al colegio. Paso el día. José María, entre sumas con manzanas y artes plásticas con plastilina. Alejandro con divisiones, sujetos y predicados.
Al final de la jornada escolar, su madre les vino a recoger en coche. Se acercaron al mismo, subiéndose con las prisas de engullir una buena merienda. José María se sentó con lágrimas en los ojos.
- José María, ¿que te ocurre?.
-Nada.
- José María Medina Martínez, ¿Qué ha pasado?
- Que un niño mayor me pegó, se rió de mi. Me dijo pelo paja.
La madre comenzó a conducir, intentando mediar con él pero no había manera. Se le había metido el miedo en el cuerpo. Lloraba, con la cara muy roja, con la intención seria de no volver mañana al colegio. Alejandro no decía nada mientras su madre observó como se apretaba con fuerza el labio inferior.
Al día siguiente, tras los gritos desesperados de su madre, José María bajo de nuevo a la parada del autobús para ir al colegio, no sin antes llorar desconsolado por miedo a ser agredido de nuevo por aquel chico .
Al bajar del autobús escolar, Alejandro, lo tomó del hombro guiándolo hasta la puerta de su clase. Allí se despidió con un guiño de ojo mientras le dio un papel doblado a su hermano.
- Léelo enano.
José María entró en clase y mientras el profesor repartía los dibujos del día anterior, abrió el papel:

De Alejandro a José María:
Querido henano. Tú solo tendrás que gritar, ¿de acuerdo?. Eres pequeñajo y un poco tonto, pero se te pasará cuando seas más mayor. No quiero verte llorar más. La próxima vez que pase algo así, que un mallor te venga a pegar, tú solo tienes que gritar. Gritar alto, muy alto. Entonces yo, esté donde esté en el patio, iré ayudarte. Aunque nos peleemos mucho en casa, te quiero (no se te ocurra desir esto delante de mamá porque te hescacho). Además el único que tiene derecho a pegarte soy yo, que para eso me robas los juguetes de mi habitasión sin permiso.
Soy tu hermano mallor y debo protegerte. Así que la próxima vez que venga a pegarte un mayor, seré yo el que lo tumbe. O a lo mejor… tendremos que salir corriendo los dos. Bueno da igual. Tú grita, ¿Vale?, solo grita.
Alejandro.


Durante la hora del recreo, Alejandro jugaba al baloncesto. Estaba demarcándose para encestar cuando de repente escuchó un grito casi al otro lado del patio:
- ¡Alejandroooooooo!
Alejandro giró la cara violentamente, poniendo todos sus sentidos en alerta. Buscando a su hermano acorralado en alguna pared. Y lo vio allí, al lado de los bebederos haciéndole un gesto de OK con la mano, con una gran sonrisa iluminada en la cara.
- ¡José Maríaaaaaa!
Los dos se miraron, se sonrieron y se dijeron con las sonrisas… tú solo grita.

escritor.dormido

jueves, 25 de marzo de 2010

Habitación 211.



Aquí teneís el link del escrito. Poned la canción a la vez que leeís. Muchas gracias a todos: http://www.youtube.com/watch?v=6XbE8VFuUa8

Estalló de alegría, explosionó de ilusión, como un amanecer tras las montañas, como una cascada que se desliza por rocas húmedas para caer devastadoramente sobre un lecho cristalino.
Lo vio allí, tumbado sobre la cama, leyendo cómics de personajes fabulosos, con su pijama de Supermán... sin percatarse de su presencia.
Avanzó tímidamente sobre el panel situado sobre el marco de la puerta y que tenía inscrito el número 211. Entró en aquella habitación decorada para la ocasión para un huésped muy especial y tocando la puerta con sus nudillos arrugados entró saludando:
- ¿Se puede?
- ¡Abuela!, ¡abuelita!
- ¡Hola cariño!
- ¡Has venido!
Y en ese instante en el que cruzó el marco de la puerta, la habitación se llenó de esa magia especial, una magia especial de abuela que llevan incrustada en el ADN, una magia que siempre trae consigo regalos y golosinas, caprichos y sonrisas.
El estallido de Marcos fue increíble, las paredes decoradas de sus posters de superhéroes vibraron de emoción como si fuera las mismísimas paredes de su casa.
- Abuela ven, siéntate conmigo en la cama que empiezan los dibujos, dijo apartando su peluche de Spiderman.
- Si Marcos, hazle un huequito a la abuelita que le duele su cintura.
Pasaron horas, capítulos, en los que los cuatro fantásticos, Batman o el Capitán América derrotaron a sus enemigos y salvaron a muchas personas. Merendaron el pastel de manzana con su vasito de zumo de melocotón que la abuelita había traído para él.
Ángela, su mamá, los observaba en silencio desde la butaca que acompañaba aquella cama con sábanas especiales para un huésped especial. Sonreía en silencio, olvidando la fatídica o bendita noticia que le mantenía en vilo.
Sonó la puerta, un médico que le hizo un gesto de ok a Marcos, miró hacia Ángela:
-Doña Ángela, ¿Podría hablar con usted?
-Si claro, ¿cómo no?, y desapareció por la puerta.
La abuelita, sostuvo a Marcos sobre su pecho y lo abrazó:
- Marquitos, ¿Cómo te encuentras?
- Bien abuelita, no te preocupes, el médico me dijo que debía de ser muy fuerte para vencer a los bichos malos de mi cuerpo y no ponerme malito dijo marcando su pequeño brazo en señal de fuerza.
Tras la puerta, la conversación que transcendía de la boca del médico y de Ángela dejaba escapar algunas palabras que escuchaba con debilidad la abuelita:
-Doña Ángela, el laboratorio está muy ocupado, vamos a tener que retrasar hasta mañana el resultado de la biopsia. Le prometo que mañana sabremos si el tumor es benigno o maligno.
Con lágrimas en los ojos, Ángela se despidió del galeno y volvió a entrar sonriendo a la habitación.
La abuela percatándose de la situación, insistió a su hijo para que él y su nuera, con cara ya demacrada se fueran a casa a descansar esa noche.
- ¡Es mi nieto! Y me voy a quedar con él.
- Mamá tú no puedes... acabarás destrozada de la cintura.
- Esta vieja tiene todavía gasolina para muchos paseos hijo mío y vosotros estaís cansados.
Tras una pequeña disputa familiar bien conciliada, los papás decidieron irse obligados a descasar, pero prometieron volver mañana muy temprano, debían saber ese resultado.
-A las siete estaremos aquí dijo su hijo despidiéndose y cerrando la puerta tras de sí.
Las luces de las noches tintineaban en las calles que rodeaban aquel hospital. Marcos dormía ya tapado hasta el cuello con su peluche de Spiderman pegado a su piel. Su respiración era rítmica, melodiosa. Parecía un pequeño angelito de cabellos rubios. Parecía bajado del cielo, traído de otro planeta... quizás fuera cierto y de ahí su pasión por los superhéroes, pensó sonriendo profundamente.
Allí, como una dualidad entre lo antiguo y lo moderno. Como un óleo del pasado sobre un marco nuevo de aluminio, abuela y nieto compartieron una noche especial. Una noche donde Marquitos, ajeno a la importancia de aquella biopsiam soñó posiblemente con ser un superhéroe que salvaba a alguna chica, derrotando algún malévolo enemigo de poderes oscuros,mientras su abuela, con su labor de tejido en las manos, lo cuidaba con devoción. Imaginando cosas que le quedaban por vivir junto a su nieto. Cumpleaños, notas de colegio... nuevas novias, logros deportivos y quién sabe si... algún bisnieto. Pasó así la noche, ese ángel de mirada dulce, escondido en el cuerpo de una anciana ... pasó en silencio... tejiendo y tejiendo ajena a los pasos de enfermeras y vigilantes de seguridad. Ajena a la oscuridad de los pasillos, al resplandor de las luces de emergencia... a los tímidos llantos de otros niños en habitaciones contiguas. Allí, ajena a todo el mundo que le rodeaba, tejía una tela, acompañada solo con la melodía, con la respiración de su nieto. Y mientras lo miraba, no paraba de rezarle a la Virgen, de pedirle que aquel niño suspicaz y risueño no podía cargar con aquella cruz.


Siete de la mañana,ocho de la mañana, nueve de la mañana, diez de la mañana... Ángela miró el reloj de aguja flosforescente que tenía en su mesilla de noche. De pronto abrió los ojos con violencia... ¡ Se había dormido! corrió con toda sus fuerzas hacia el coche con la misma ropa del día anterior, condujo bruscamente mientras su marido se frotaba la cara. Aparcó violentamente. Corrió entre los pasillos, subió las escaleras con las prisas de un demonio hasta encarar la habitación 211 y...


-¡Mamá! ¡ he ganado! ¡He matado al malo! !no estoy malito! soy...¡supermarcos! y corrió a los brazos de Ángela, que ya lloraba de emoción, siendo partícipe de la noticia más alegre que había escuchado en su vida.
- Felicidades Ángela. Lo extraeremos sin que quede nada. Todo saldrá bien.
Cuando Ángela levantó la cabeza vio a su suegra dormida sentada en la butaca de hospital, con una cruz de algodón, a punto de terminar de ser tejida. Estaba tapada con una sábana infantil y con un peluche de Spiderman bajo el brazo. Ángela miró hacia su hijo.
-Shhh!! no hables alto mami... ya la salvé del señor sueño.
escritor.dormido















lunes, 22 de marzo de 2010

Último tabaco...



Aquí teneís el link de la canción que acompaña al rexto. Ponedlo a la vez. Miles de gracias, espero que os guste: http://www.youtube.com/watch?v=7heIA4te5JY


Era más de media noche. El paquete de Camel esperaba en el borde de la cama junto al mechero. Se levantó de la cama, cogiéndolo con sus preciosas manos. Abrió la caja, extrayendo el último cigarro que aún permanecía a la espera de ser consumido, mientras se sentaba en la silla y sus dedos acariciaban el cursor para abrir el facebook. Allí, con una foto abierta, comenzó a saborear muy dentro de su cuerpo la sensación de fumar y estar enamorada. Analizaba en su mente cosas que él no podría descifrar jamás… Cosas que aunque él intentaba adivinar, no podía seguir el rastro. Pronto, la habitación comenzó a envolverse en humo. Él no fumaba, pero aun así inhalo aquella sustancia que ella desprendía, porque al girar la cabeza vio como ella disfrutaba viendo una foto de ambos con la luz brillante a su alrededor, como si el sol los alumbrara solo a ellos. Y así en un silencio extremo, los dos sabían que pensaban el uno en el otro, pero no necesitaban palabras. Ambos sabrían que se besarían al volver a juntarse. Él esperaba a que ella volviera para dormir, ella esperaba que él la recibiera para arroparla hasta quedar dormida, custodiando sus sueños durante un rato de la noche… siempre con la caja de tabaco al borde de la cama… por si había que jugar a quererse en silencio.

escritor.dormido



sábado, 20 de marzo de 2010

Devoción perpetua



Aquí esta la música correspondiente al texto. Ponedla y leed. Miles de gracias:http://www.youtube.com/watch?v=ZpA0l2WB86E



La puerta sonó tras sus espaldas. Atrás quedaban ya los marcos con las fotos de sus nietos y los muebles antiguos que habían convivido con él a lo largo de aquellos años de soledad. La luz del amanecer se colaba ya entre las estrechas calles que escondían el portal de su casa. Comenzó a dar pasos en la dirección adecuada. Apenas había gente en la calle así que pudo caminar con el paso que a su edad le correspondía. La ciudad comenzaba a despertarse, comenzando un día más en su devenir diario de turismo y trabajo, de locura para unos y parsimonia para otros.
Por su mente pasaban recuerdos inolvidables vividos en aquellas calles del barrio gótico de Barcelona. Fue así que sus primeros pasos rememoraron la voz de su padre, los primeros pasos de un niño de pelo castaño. Las primeras patadas a un balón y el primer beso con los labios de una chica. Miles de recuerdos se agolpaban en las puertas de su corazón preparados para hacerle vivir situaciones únicas que le habían enseñado todo aquello que la vida tenía para él.
Y su piel curtida, envejecida tras el paso del siglo se erizó al detenerse en su rostro. Al recordar sus maravillosos mechones rubios, incandescentes como el sol, aquellos que hasta la fecha habían sido los cabellos más perfectos que su mano hubieran podido tocar. Un pelo perfecto para unos ojos que parecían ser sacados de un fondo de coral verde, escondido en algún paraíso alejado de la mano del hombre. Su sonrisa… su tímida sonrisa, tan pura y celestial como el ángel más inocente existente en la profundidad de los cielos.
Caminaba con parsimonia hasta que comenzó a descender las escaleras de aquel pequeño garaje escondido en las entrañas de una Barcelona moderna, diferente de aquella que un día los vio pasear enamorados por las ramblas floridas, la que les brindó la maravillosa vista del monumento de Colón.
Conducía ahora en su antiguo pero fiable coche, el mismo que había utilizado toda su vida. Manejaba el volante con sumo cuidado, como en él era propio, mientras los kilómetros pasaron en sus ya desgatas retinas; acompañando a su cristal los paisajes tímidamente nevados por las borrascas que habían azotado a su amada tierra durante días anteriores.
El tiempo avanzó con el paso adecuado y fue entonces cuando levanto la vista y pudo verla ahí, imberbe en el tiempo, protegida como siempre por su manto de montañas ahora blancos como las nubes celestiales. Con los ojos bien abiertos, respiró profundo para que el aire rejuvenecedor de aquellas montañas le hiciera sentirse tan joven como la primera vez que fue a visitarla.
Aparcó el coche, se ajustó la bufanda y comenzó a pasear por las calles ligeramente nevadas. Tuvo tiempo para un café con el cual mezcló dosis de melancolía y carcajadas de sus nietos.
Prosiguió calle abajo, paseó por el mercado donde se vendía el pastel de queso que tanto le gustaba. Giró a la derecha y encaró las escaleras que le llevarían a encarar el patio interior del objetivo de su visita.
Admiró la grandiosidad de su fachada, sintiéndose pequeño al observar la hilera de esculturas encabezada por Jesús y que tanto le habían fascinado visita tras visita. Se colocó en la nave lateral del templo, aguardando la pequeña cola originada por turistas y devotos de aquella mágica y virtuosa Virgen. Apenas unos pasos para entrar a su paseo espiritual, se santiguó, volando en el tiempo y recordando como era habitualmente en su peregrinación, la promesa que años atrás hizo a la Virgen.
Su corazón se volteó al recordar la angustia de aquel viaje. El dolor que sintió cuando le dijeron que su enamorada, su esposa, estaba a punto de fallecer. Recordó aquel viaje de vuelta de Chile, donde se pasaban algún mes del año haciendo negocios como la experiencia más dura, como la prueba más infernal a la que se había enfrentado en su vida. Fue allí en un vuelo de avión, sentado en una ventanilla donde cerca del cielo se encomendó a la Virgen de piel morena. Aquella virgen a la que tanta devoción le tenía su madre. Le hizo una promesa. Le pidió con cuerpo y alma que necesitaba una más. Una vez más para poder encarar su mirada con la de su amada. Una vez más para observar a corazón abierto aquellos ojos creados en el mismísimo cielo, solo una vez más para acariciar esos cabellos de rayo de sol. A su vez, le prometió a la Virgen visitarla una vez al año durante el resto de su vida, simplemente hasta que corazón dejara de latir. Fue así, con su deseo cumplido que visitó a la Virgen durante muchos años de su vida. Este sería otro año más.
Cuando quiso darse cuenta, las puertas de plata le anunciaban que pronto llegaría el momento de su mirada con la de ella. Atrás quedaban ya el altar mayor, el inmenso órgano, la cripta…
La vio al girar, arrastró sus pies hasta su vera. Cerró los ojos, tocando la bola que sobresalía del cristal. Hizo una genuflexión y notó como el vello de su piel se erizaba. Como su corazón latía con fuerza en un gesto de devoción infinita, de un agradecimiento que nunca podría devolverle. Miró su figura y se deleitó con su piel morena, con aquellos ropajes de color dorado que la ensalzaban entre los hermosos retablos que la rodeaban. Allí con el niño en sus brazos, mirándolo fijamente, tan pura, tan única con su piel morena. Lo que fue una eternidad en su corazón, tan solo fueron apenas veinte segundos. Se despidió de ella, con la seguridad de que volvería a rendirle culto.
Abandonó su estancia, colocó una vela a su amada ,alejándose de aquellas paredes en silencio, dejando atrás el bullicio, el ruido de extranjeros, de otros fieles ajenos a su devoción, al amor que le tenía a la sierva del Señor. Y en sus pasos de vuelta se despidió santiguándose del otro gran Amor que había habido en su vida: La Moreneta.




escritor.dormido

lunes, 1 de marzo de 2010

Diario de un viajero lunático. II


http://www.youtube.com/watch?v=DdgEXXwKDZo&feature=related



1 de Marzo de 2010
Querido diario: Quisiera saber si soy yo . Si realmente alguien me eligió para hablar con las estrellas. Si es así, no entiendo porque a veces el universo me da la espalda, obligándome a dar un largo rodeo hasta llegar de nuevo a sus puertas.
Pero diario… nada importa ya porque mis motores empiezan a calentarse, porque mi capa empieza a ondear su bajo con el viento que me elevará en el aire y me llevará a su lado.
Ella es especial querido diario, ella es una de esas estrellas que brillan con más intensidad en el cielo de la noche… es mi estrella polar y yo el viajero con la mochila llena de química que acampa bajo sus noches de miradas intensas. He recorrido paisajes hermosos donde se reflejaban en el agua sus hermosos ojos que me hipnotizan de amor. He abierto los ojos y su voz ha sido el dulce canto de los pajarillos que embellecen la mañana.
Y ahora diario… ahora estoy a punto de explorar su corazón. Estoy a simples pasos de deslizarme entre sus sentimientos. De tocar las paredes donde quiero permanecer toda una eternidad, haciendo vibrar cada rincón de su piel. Paseando, soñando con que derrumbe su amor sobre mí, obligándome a permanecer atrapado en él. A vivir allí, inundándolo de química que le haga latir el corazón muy rápido, avisándola de que un inquilino especial anda intentando instalarse allí; simplemente buscando un rinconcito para poder pasear por su corazón con los ojos cerrados, conociendo de memoria el camino para recorrerlo.
Querido diario, cada vez quedan menos tiempo, menos distancia, menos suspiros para acariciarla. Siento ya… mis pies despegarse del suelo.
5.244.000 segundos… para aterrizar a tu lado.

escritor.dormido