lunes, 12 de octubre de 2009

De Carlos para Marieta.


Como siempre en mis reflexiones y en mis historias os añado una canción que materialice en palabras lo que siento dentro de mí. Aquí esta, ponedla mientras leeís. Gracias.http://www.youtube.com/watch?v=pAIKznMPXUk

Eran las 4 de la mañana. Carlos no podía dormir. Esta situación era una tónica habitual en su nuevo estilo de vida. Pasaba noches enteras pensando, reflexionando acerca de sus más profundos sentimientos. Tenía encendida la lamparita de su mesa de noche para no despertar a su esposa Marieta que un tenía que madrugar un par de horas más tarde para llevar a las niñas al colegio.
Carlos había aprendido a controlar su dolor en la medida de lo posible, en no mostrar su bajo estado de ánimo ante las niñas o ante Marieta para no alarmarlas sin necesidad. Había aprendido a pasos rápidos y obligados en no pensar en su enfermedad durante el día cuando sus brillantes ojos azules podían oscurecerse y mostrar la tristeza que le consumía interiormente.
Carlos padecía desde hacia dos meses un cáncer maligno en el pulmón. Nada se podía hacer ya, había dicho con franqueza el neurocirujano que lo había recibido en la consulta. El cáncer se había extendido por el pulmón con rapidez, y no tardaría en hacerlo en el siguiente. Lo que comenzó para Carlos como simples problemas respiratorios había desembocado en la barrera que acabarían con la vida de Carlos… sin poder ver crecer a sus niñas… sin poder vivir el resto de sus días con la mujer a la que había prometido Amor eterno.
Al principio de todo Carlos bajo los brazos y miles de sentimientos lo hundieron en un pozo, pero Marieta alargó su brazo para no dejarlo caer y devolverlo a tierra firme. Marieta fue su brújula, su luz en la oscuridad… hasta que Carlos comprendió que no debía bajar los brazos, que debía respirar hasta la última bocanada de aire fresco que pudieran soportar sus pulmones.
Luchó así Carlos cada día por hacerlo especial, por vivirlo a corazón abierto, disfrutando de su alma gemela y de sus niñas Carla y Cristina de 6 y 3 añitos respectivamente… de bañarlas con ternura, de susurrarles cuentos al oído, de abrazarlas como un tesoro. De amar a su mujer en cada mirada, en cada caricia o simplemente con su presencia.
Pero Carlos no dejó de sufrir, guardo para sí el dolor y lo compartió con la soledad que le proporcionaba la noche. La utilizó para revolver su corazón… ponerlo patas arriba y buscar más sitio en él para guardar fotos, conversaciones, besos, momentos vividos… y fue en la soledad de la noche donde Carlos se dio cuenta que su alma no abandonaría jamás a su familia. El estaría ahí en cada momento… en cada palabra nueva que aprendiera su pequeña Cristina, en cada suma que hiciera su dulce Carla o en cada latido de su amada Marieta.
Pasaron apenas 2 meses más cuando la boca de Carlos exhaló su último suspiro, cogido de la mano Marieta en una pequeña habitación de Hospital. Marieta observó por última vez sus brillantes ojos azules apagados y le besó en sus labios por última vez. Lo hizo con fuerza… para sentirlos por última vez y dejó escapar sus lágrimas para compartirlas con él. Lo abrazó… lo abrazó para llevarse con ella el alma de su Amor… de la otra mitad de su corazón… su corazón… el cual jamás latiría a la misma velocidad que lo hizo hasta ese día.
Con el tiempo, solo la soledad de la noche fue testigo del dolor de Marieta. De su tristeza… del vacío de su cama y de la falta de ese dulce olor que bañaba la almohada de Carlos.
Una noche, pasados cuatros meses desde que su corazón disminuyera el ritmo de sus latidos Marieta quiso abrir el baúl de sus recuerdos. Quiso compartir su soledad con el espíritu de su Amor. Y ahí… solo con la luz de la mesilla de Carlos, Marieta sacó un chaqueta negra, de tela vaquera. Era la chaqueta que Carlos le había regalado en su quinto aniversario de novios, donde Marieta probándosela, introdujo su mano en el bolsillo derecho de la chaqueta y descubrió un anillo de oro, con la inscripción: C&M. Al darse la vuelta encontró a Carlos arrodillado con su mano extendida.
Como queriendo recordar aquella experiencia Marieta se colocó la chaqueta, la cerró con sus finas manos e introdujo con los ojos cerrados su mano derecha… sintió algo fino entre sus dedos y sobresaltada, con sus piernas temblando y sin moverse se dejó caer hasta sentarse en el borde de la cama.
Observó la hoja de papel que tenía en la mano, la abrió, reconoció la letra de Carlos y dejó caer una gota de lágrimas en ella. Comenzó a leer:



De Carlos para Marieta:

Hola mi amor. Para cuando leas esto, mi cuerpo ya no estará junto al tuyo, en este mundo humano que nos rodea.
Marieta, te amo con todo mi corazón. Eres mi norte, mi señal en el camino, la compañera ideal. Eres la otra mitad de mi corazón… y si claro, que no me importa haberte regalado la mitad del mío, porqué se que si lo tienes tú, podré sentir el latir del tuyo hasta tenerte de nuevo a m lado.
Ahora me encuentro aquí, escribiéndote en nuestra cama con mi luz encendida y te estoy observando.
Observo tu belleza. Tu precioso pelo castaño, como un riachuelo de chocolate que cae sobre tus hombros. Tienes la mano derecha tocando tu suave vientre, y tu pequeño pie rozando el mío. Te acabo de arropar un poco más. Siempre has sido tan desinquieta durmiendo. Te escribo en la profundidad de la noche. No puedo dormir, necesito observarte un poco más porque estoy locamente enamorado de ti desde el día que te conocí, desde el día que mis ojos cruzaron los tuyos por primera vez.
Marieta sueño con vivir a tu lado un poco más… con hacerme viejito contigo, caminar a paso lento junto por un parque… pero se que eso no puede ser así. Tengo que irme de aquí… ¡Oh mi amor! Como late mi corazón por ti.
Marieta sigue adelante, no caigas en el camino, yo siempre estaré a tu lado cuidándote, atento por si caes. Siempre estaré ahí, compartiendo mi almohada contigo, educando a las niñas, durmiendo a tu lado…
Y recuerda esto Marieta: cuando nos volvamos a ver, iré a recogerte. Y caminaremos por el universo, saltaremos de estrella en estrella. Pasearemos por la luna hasta recorrerla varias veces. Subiremos a un cometa y veremos todos los planetas a nuestro paso. Saludaremos a los Astronautas en sus naves, observaremos la Tierra y cuidaremos desde la distancia a nuestras niñas convertidas ya en ese tiempo en mujeres. Nos sentaremos en las nubes a charlar y a contar los aviones que pasan a nuestro lado. Pero lo más especial será nuestro secreto: Porque cuando estés cansada, buscaremos al Arco Iris. Nos sentaremos en él, nos agarraremos de las manos y nos dejaremos deslizar como si de un tobogán se tratara. Y al llegar abajo aterrizaremos en ese lugar sobre el Arco Iris del que habla tanta gente . Ese lugar mágico, ese prado verde, con un manantial de agua cristalina, y el cielo azul despejado. El sol que reflejará su calor en tu cara y esas flores que embriagarán tus sentidos. No se lo digas a nadie Marieta… lo descubrí yo soñando a tu lado… y soñar a tu lado es soñar de verdad. Te amo para Siempre vida mía.

Marieta cerró los ojos. Comenzó a darse la vuelta lentamente. Abrió los ojos… allí estaba Carlos de rodillas con sus brillantes ojos azules y sus brazos abiertos.

escritor.dormido

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encanta! Es, sin duda, el mejor d todos! No dejo de leerlo!!!

Besos!

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