viernes, 6 de agosto de 2010

El infierno está en cada esquina


Aquí esta la canción del escrito. Muchas gracias: http://www.youtube.com/watch?v=PQyMJNa39oM&feature=related


Como retorcidas palabras en mi oído puedo sentir el vago susurro de fantasmas etéreos y abstractos influenciándome cada día en una paradoja llamada vida. Una paradoja llena y rebosante de detalles bonitos que me hacen reír cada día con solo mirar una foto o dejando pasar en la mente imágenes con movimientos expulsados por una pantalla plana como el papel.
En este juego humano, donde las relaciones sociales cumplen el papel más importante para sentirnos realizados, solo se puede jugar apostando las cosas que más valoramos. Solo podemos apostar cada momento con un latido del corazón, con nuestra esperanza, con nuestro amor, nuestro cariño, nuestra paciencia, nuestra ilusión...

Siempre apostamos fuerte, siempre desparramamos sobre el tablero de nuestra vida nuestra ficha más alta. Y es así cuando avanzamos, cuando comenzamos a dejar casillas atrás, que percibimos la realidad del juego en el que participamos. La cantidad de riesgo que asumimos con solo respirar cada día, con solo salir de casa y darnos cuenta en cada esquina que el infierno está cerca, que las penurias nos rodean, que tenemos que pelear para seguir avanzando a través de calles paralelas sin detenernos en portales para no poder salir jamás.

Oh si, el infierno está en cada esquina. Los problemas se amontonan en cada paso de peatones, los coches forman colas de tráfico provocada por injusticias incurables por algún policía vial. Los viandantes son historia viva de lo dura que es la vida. Señores mayores catalizados en vivir lo poco que queda, parados sin trabajo avocados a vivir de la esperanza agotable. Enfermos imperceptibles a primera vista.

Rodeado en cada esquina por mi infierno personal, por esa parte oscura de un regalo llamado vida. Influenciado cada día por una distancia abstracta y dolorosa. Triste por haber rozado de nuevo el dolor de la muerta cerca del corazón. Incomprendido por personas que me importan, abandonado por individuos que no pierden dentro de mí el cártel de especiales. Deseando empolvar en un baúl las obligaciones que la vida me depara. Pisando baldosas de problemas de la vida...

Aquí, sentando en la oscuridad, con una pequeña lámpara de Ikea guiando mi dedos al teclear, miro con desdén por la ventana convencido de caminar entre el infierno apostado en cada esquina con el único truco para no detenerse en un portal: La felicidad.

Por eso cuando vivaís en la vida esas pequeños y grandes situaciones que forman un infierno apostado en cada esquina, no os detengáis. Mirad con valentía cada esquina, observaros con orgullo en el reflejo de los escaparates. Sentid la sangre fría al correr ante un semáforo en ámbar, convencidos que no vale apostarse a llorar en una esquina.

Solo caminar hacia el horizonte conduciendo un vehículo cargado de felicidad.

escritor.dormido

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