sábado, 27 de marzo de 2010

De un príncipe enamorado a una príncesa escondida...



Aquí está el link con la canción correspondiente. Leed el texto con ella. Muchas gracias. http://www.youtube.com/watch?v=sZjr0heZNIw

Se miraron la una a la otra. Se deslizaban a la misma vez, compartiendo el mismo compás y el mismo vaivén. Rozaban la misma piel, acariciaban los mismos poros. Eran gemelas. Podían ver cada una en la otra a los colores que reflejaban el mundo exterior que solo llegaron a ver a través de los ojos de Miriam, pero solo ellas podían saber el dolor de su tragedia. No es perfecta y lo sabía... era hora de llorar... acompañada solo del espejo de su habitación. No entendía porque se sentía así. Cada mañana salía de su casa, mirando al mismo edificio y saludando a las nubes grises que le acompañaban... ella no era bella y no atraía al sol... porque no podía gustarle. Estaba acostumbrada a esta situación... simplemente no era bella.

Una, dos, y tres calles torció hasta enfilar el camino hacia el instituto en el que estudiaba. Como si se tratara del precipicio de un acantilado, sus pies empezaron a temblar, escondió su cara en el pulóver, huyendo así de las terribles miradas que creía merecer porque... simplemente no era bella.
Y comenzó la entrada al infierno. Subió los escalones traspasando el portal de madera que separaba el borde del acantilado con la cueva en la que se iba a adentrar. Los pasillos del instituto se convirtieron en galerías de tiro donde ella era la diana, donde era el blanco principal y donde las nubes grises no dejaban de oscurecerla allí donde pasara porque...simplemente no era bella.
A cada paso sentía como aumentaban sus ganas de esfumarse como partículas de aire y poder danzar por lugares oscuros donde jamás se le vería la cara.... simplemente no era bella.

Entró a la clase, se sentó en su lúgubre silla, con su triste decorado. Sintió como la mesa era un desierto inmenso donde podía estirarse y esconder sus ojos entre los brazos, simulando que entraba en un largo sueño del que no iba a despertar. Las palabras del profesor resonaban en sus oídos y las explicaciones sobre la biología humana encajaban a la perfección con sus células... las mismas que no le hicieron bella. Hubiera deseado tener un cabello ideal, unos ojos bonitos, o una sonrisa perfecta; pero sus genes habían apostados por aquellos ojos azabaches, ese pelo enmarañado yuna boca pequeña.

El timbre del recreo estremeció sus piernas, pues tenía que volver a encontrar otro lugar donde esconderse y soñar con ser una muchacha vistosa. De aquellas que son piropeadas, de las que se pintan las uñas color rosa y pueden sonreír a cualquier chico sin temor a no ser correspondidas. Pero ella no era así. Estaba destinada a ser la princesa fea del baile, a vivir pasando desapercibida. No le importaba nada más. Nada más que vivir desaparecida, sin dejar su brillo interior, aquel que su madre sacaba a relucir cuando intentaba cepillarle el pelo por las noches.
Pero la vida siempre deja sorpresas inigualables. Siempre deja abierta una puerta para cambiar o que nos cambien, para brindarnos una pequeña luz al final del túnel. Y su vida cambió con aquella nota.

Pasaron meses monótonos, de los que no recuerdas cuando echas la mirada atrás. Meses inertes al cambio, inertes al clima, solo lleno de escondrijos y libros donde refugiarse para acortar vergüenzas innecesarias en público, porque... simplemente no era bella.
Aquel día, al volver al mundo que la rodeaba tras salir del pequeño sueño vivido, con aquel libro escrito por Herman Melville y que se titulaba Moby Dick. Miriam se encontró con un papel doblado bajo su pupitre, acompañado de una pequeña flor rosa. La nota decía así.

De un príncipe enamorado a una princesa escondida:
Simplemente eres bella. Estoy enganchado a ti como una abeja a una flor en primavera. Eres como una foto inolvidable, no paró de buscarte en el álbum cada día para deleitarme con tu belleza. Dime solo por qué... porque te escondes. Por qué el color de tus ojos azabaches no juegan brillando con el sol y por qué tu pelo marrón como las montañas de las sierras no ondea al viento como una bandera unida al mástil y movida por el viento en una gracia natural; La misma que tu posees. Llevo buscándote con la mirada desde hace tiempo, pero no soy capaz de que me mires tan solo un momento para decirte quién soy y por qué te persigo. Conozco tus escondrijos. He estudiado cada lugar en el que te alejas de la realidad. Simplemente para leer yo también cerca de ti, simplemente para encarar una mirada contigo y decirte que me gustas... por favor... una vez, solo una vez levanta tu mirada de ángel. No tengas miedo. Mírame, hazlo a mis ojos. Dame una oportunidad para encarar nuestras miradas y lanzarte una flecha de Amor con mi arco de príncipe enamorado, en busca de su princesa.

No pudo esperar. Vio pasar los minutos muy lentos, mientras comprendía que la vida le había dado una señal, de que ella podía estar hecha para alguien. De que si un príncipe azul se había fijado en aquellos ojos azabaches, un hechizo mágico le había tocado, convenciéndola como aquellos libros maravillosos de que ella tenía una aventura por vivir. Espero la señal... para hacer aquello que debería haber hecho hace tiempo. Mostrarse como es:

Salió apresurada, con la maleta colgada en el hombro y la coleta atada a la muñeca, no había tiempo que perder quería hacerlo brillar con el sol que esperaba fuera. Y así, con la camisa de tirantes descubriendo sus finos hombros y el pelo marrón ondeando con la brisa de aquel día de primavera, volvió a casa sonriendo, convencida de que las calles tenían más color. De que las aceras mojadas por los aspersores de las casas vecinas eran la alfombra de su castillo, un castillo sin límites, que le mostraban tal como sería a partir de ahora: Una princesa sin escondrijo, enamorada y esperando la venida de su príncipe azul.

escritor.dormido

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