viernes, 26 de marzo de 2010

De Alejandro para José María


Aqui teneís la canción, miles de gracias. Ponedla con el texto: http://www.youtube.com/watch?v=nS6N6zq7DkU

Eran las siete y media de la mañana. Alejandro y José María se miraban con cara de dormidos. Su madre les había preparado tostadas y Cola Cao. El cansancio del fin de semana hacía mellas entre los dos niños, pero el colegio no espera a nadie; así que esa mañana, no se librarían de las legañas y las aburridas explicaciones del profesor. Ambos habían pasado un fenomenal día de playa con sus padres, nadando, corriendo y saltando por toda la orilla.
Alejandro, tenía nueve años. Se consideraba así mismo un señorito. Tenía un carácter algo irascible, impulsivo pero con un gran corazón y una picaresca personalidad. José María en cambio, tenia 6 añitos. Era el ojito pequeño de su mamá. Tímido, asustadizo. Se podría decir que era el tipo de niño débil pero bueno y sincero. José María, había empezado ese curso en el colegio de su hermano mayor, realizando primero de primaria. Sus inicios fueron titubeantes. Sufría mucho ante la cantidad de niños que acudían al colegio, así que Alejandro lo acompañó los primeros días a su clase, rodeándolo y protegiéndolo con un brazo sobre el hombro. Pasaron los primeros meses y José María ya había empezado a hacer amigos.
Aquella mañana de Noviembre, el frío hacía mella, así que los niños fueron bien abrigados a la parada del autobús escolar. Se subieron al mismo y marcharon prestos al colegio. Paso el día. José María, entre sumas con manzanas y artes plásticas con plastilina. Alejandro con divisiones, sujetos y predicados.
Al final de la jornada escolar, su madre les vino a recoger en coche. Se acercaron al mismo, subiéndose con las prisas de engullir una buena merienda. José María se sentó con lágrimas en los ojos.
- José María, ¿que te ocurre?.
-Nada.
- José María Medina Martínez, ¿Qué ha pasado?
- Que un niño mayor me pegó, se rió de mi. Me dijo pelo paja.
La madre comenzó a conducir, intentando mediar con él pero no había manera. Se le había metido el miedo en el cuerpo. Lloraba, con la cara muy roja, con la intención seria de no volver mañana al colegio. Alejandro no decía nada mientras su madre observó como se apretaba con fuerza el labio inferior.
Al día siguiente, tras los gritos desesperados de su madre, José María bajo de nuevo a la parada del autobús para ir al colegio, no sin antes llorar desconsolado por miedo a ser agredido de nuevo por aquel chico .
Al bajar del autobús escolar, Alejandro, lo tomó del hombro guiándolo hasta la puerta de su clase. Allí se despidió con un guiño de ojo mientras le dio un papel doblado a su hermano.
- Léelo enano.
José María entró en clase y mientras el profesor repartía los dibujos del día anterior, abrió el papel:

De Alejandro a José María:
Querido henano. Tú solo tendrás que gritar, ¿de acuerdo?. Eres pequeñajo y un poco tonto, pero se te pasará cuando seas más mayor. No quiero verte llorar más. La próxima vez que pase algo así, que un mallor te venga a pegar, tú solo tienes que gritar. Gritar alto, muy alto. Entonces yo, esté donde esté en el patio, iré ayudarte. Aunque nos peleemos mucho en casa, te quiero (no se te ocurra desir esto delante de mamá porque te hescacho). Además el único que tiene derecho a pegarte soy yo, que para eso me robas los juguetes de mi habitasión sin permiso.
Soy tu hermano mallor y debo protegerte. Así que la próxima vez que venga a pegarte un mayor, seré yo el que lo tumbe. O a lo mejor… tendremos que salir corriendo los dos. Bueno da igual. Tú grita, ¿Vale?, solo grita.
Alejandro.


Durante la hora del recreo, Alejandro jugaba al baloncesto. Estaba demarcándose para encestar cuando de repente escuchó un grito casi al otro lado del patio:
- ¡Alejandroooooooo!
Alejandro giró la cara violentamente, poniendo todos sus sentidos en alerta. Buscando a su hermano acorralado en alguna pared. Y lo vio allí, al lado de los bebederos haciéndole un gesto de OK con la mano, con una gran sonrisa iluminada en la cara.
- ¡José Maríaaaaaa!
Los dos se miraron, se sonrieron y se dijeron con las sonrisas… tú solo grita.

escritor.dormido

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te juro que este texto me hizo recordar mi época del colegio... las típicas víctimas de bromillas y las que acaban siempre en peleas... Si pudiera tener un hermano así, por muy mal que me llevara con él, sería un gran tesoro

;) Sigo disfrutando de tus textos y de las canciones...

Un saludo!

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